Cómo afrontar el primer día de Universidad como mechón

Los primeros días de marzo muchos jóvenes inician su etapa universitaria, una época de grandes cambios y novedades. Por ello, no es raro que junto con las grandes expectativas se presenten síntomas de ansiedad, que no siempre son fáciles de percibir y manejar.

 

El comienzo de la vida universitaria marca un hito relevante en la historia de vida de cualquier persona. Y es que tal como lo indica la directora de la Escuela de Psicología de la Universidad del Pacífico, Carmen Gutiérrez, “este paso representa en algún sentido el inicio de una nueva etapa y la aproximación a la vida adulta joven. Entrar a la universidad implica que el joven ha elegido una carrera, y a esta elección está asociado un proyecto de vida. Está pensando en su futuro y en quién y cómo quiere llegar a ser, por lo que claramente trae consigo un peso”.

 

Dada la complejidad y cantidad de variables que influyen en la decisión universitaria, la ansiedad afecta tanto a aquellos jóvenes que están claros respecto de su elección, como a aquéllos que no se sienten del todo seguros o satisfechos. “Independientemente del nivel de seguridad que sienta el joven con su elección, perfectamente puede ocurrir que la carrera seleccionada no coincida con sus expectativas, o que no se sienta integrado o formando parte de la carrera, escuela, facultad o universidad en la que está inserto”, advierte la psicóloga.

 

Adicionalmente, Gutiérrez recuerda que “el joven no solo viene con su historia escolar; también trae consigo sus expectativas personales, familiares y económicas. Desde ahí se entiende que el primer día de universidad resulta ansiógeno y estresante. Es el encuentro y choque de las expectativas con la realidad universitaria que se le presenta”.

 

Por lo mismo, es esperable que exista ansiedad, temor, dudas, así como alegría, felicidad y satisfacción con la vida universitaria. “Solo podemos hablar de problema cuando la adaptación a la vida universitaria se hace compleja, difícil, dolorosa e insatisfactoria, o cuando ello interfiere negativamente en el desempeño académico”, aclara la especialista.

 

Cuando aparezcan algunos de estos indicios, se recomienda buscar ayuda profesional. “Normalmente las mismas universidades proveen este servicio para sus estudiantes. Por ejemplo, la Universidad del Pacífico aplica un Programa de Nivelación de Competencias que aborda las áreas socio-afectiva, cognitiva y actitudinal, el cual busca, entre otros objetivos, afrontar un cambio social prácticamente universal que afecta a quienes ingresan a la universidad y que tiene que ver con que la adolescencia se ha extendido en el tiempo”, comenta.

 

Lo que viene

 

Los jóvenes que entran a la universidad enfrentan un proceso de cambio y transformación personal en distintos planos y, como todos, asumen de maneras diferentes los procesos de cambio. Hay algunos que son abiertos y confiados, mientras que otros son temerosos, arrojados, temerarios o más recelosos.

 

“Uno de los elementos que provee de mayor seguridad y confianza es la autoestima positiva que posea el individuo en el área en cuestión. Así, si un joven tiene autoestima positiva en el plano intelectual, se sentirá más confiado para emprender nuevos aprendizajes, buscar nuevas estrategias de estudio y organizar adecuadamente su tiempo para estudiar. Por otra parte, si posee un adecuado desarrollo de habilidades sociales, no le resultará difícil vincularse con personas nuevas, formar equipos de trabajo, pedir ayuda, etc.”, señala la docente de la U. del Pacífico.

 

En esta etapa, el joven tendrá mayor libertad e independencia, conocerá una realidad distinta, se podrá abrir a nuevas experiencias y se le va a mostrar una nueva forma de entender el mundo. Esto influirá en su autoimagen, en su autoestima, en el plano intelectual, social e interpersonal, por nombrar algunos. En otras palabras, la demanda universitaria no es solo en el plano académico y ello explica que el porcentaje de deserción de la universidad sea más alto el primer año de la carrera, pues las causas no solo tienen que ver con el éxito académico logrado.

 

“Las investigaciones demuestran que el nivel de integración que logre un joven con su carrera y universidad es importantísimo, al igual que la satisfacción que experimente respecto de su universidad. El joven de hoy requiere sentirse parte, integrado e identificado con su carrera, con sus pares y docentes, y reconocido en su individualidad por la carrera y universidad que lo acoge para persistir en sus estudios”, acota Gutiérrez.

 

Asimismo, quienes piensan que los jóvenes una vez que estén en la universidad, estudiando lo que ellos han elegido, tendrán un desempeño y un comportamiento distinto, se equivocan. “Es algo así como un pensamiento mágico, creer que porque se cumplen ciertas condiciones externas, ahora la persona será diferente. Esto no es así; el cambio no es mágico, ni de un día para otro”, aclara la profesional.

 

Como consejo, Carmen Gutiérrez dice que es importante que el universitario asuma un rol activo en su formación, que busque ayuda, se apoye y aproveche esta oportunidad de crecimiento personal. “Todas las personas tenemos la posibilidad de cambiar, de desarrollarnos, particularmente en la etapa universitaria. Este proceso intencionado es acompañado por los pares, docentes, directivos y por la institución de educación superior a través de sus departamentos y servicios”, agrega.

 

Pero el cambio que enfrenta el joven también supone un cambio para la familia en sus ritmos, horarios, permisos, tiempos compartidos, asignación y distribución de roles, tareas y responsabilidades. “Es importante que tanto el nuevo estudiante universitario, como su familia, sepan que enfrentan un importante periodo de cambios y ajustes, que les va a demandar en su capacidad de adaptación, que van a tener que movilizar recursos psicológicos para asumirlos de la mejor manera posible. En otras palabras, no solo el joven crece, la familia también y los padres deben adecuarse a estos cambios”, añade Gutiérrez, quien dice que esto explica el hecho de que muchas veces algunos conflictos familiares no resueltos se expresen en esta etapa.

 

Uno de los aspectos difíciles de asumir para los padres es el no estar al tanto de la asistencia y rendimiento académico de sus hijos, ya que muchas universidades asumen a los estudiantes como mayores de edad y, por lo tanto, de ellos depende qué información compartir y con quién. “Si un padre o madre tiene dudas respecto de la asistencia a clases de sus hijos o de su rendimiento académico y no se lo pregunta directamente, uno podría suponer que hay una dificultad en la relación padre-hijo, que si bien se expresa en este plano, su raíz es otra, y es ella la que habría que abordar para resolver”, concluye la directora de la Escuela de Psicología de la Universidad del Pacífico.

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